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No le aunque

Es un año con nuevos retos, y uno de los principales es que ahora si vamos a entrar a la tierra prometida y enviaremos nuestra contabilidad electrónica, por eso veo oportuno el compartir el siguiente fragmento del libro de Habacuc en su capítulo 3:

Al oír esto, me estremecí por dentro;
mis labios temblaron de miedo.
Se me doblaron las piernas, caí
y temblé de terror.
Esperaré en silencio el día venidero
cuando la catástrofe golpee al pueblo invasor.
Aunque las higueras no florezcan
y no haya uvas en las vides,
aunque se pierda la cosecha de oliva
y los campos queden vacíos y no den fruto,
aunque los rebaños mueran en los campos
y los establos estén vacíos,
¡aun así me alegraré en el Señor!
¡Me gozaré en el Dios de mi salvación!

Manos a la obra.